martes, 15 de noviembre de 2011

Algunos aspectos psicológicos en el póker online

En primer lugar, me gustaría aclarar la típica polémica de si el póker es un deporte, un juego, un pasatiempos, o lo que sea. Es difícil de encasillar, pero no está tan lejos de poder ser considerado un deporte. Es necesario un estado físico decente para poder practicarlo, más aún si hablamos de largas eliminatorias como se enfrentan muchos jugadores online.

También querría dejar claro que aquí no intento referirme a ninguna estrategia de juego ni consejos para ganar; más bien, lo que intento es plasmar sencillamente la divagación psicológica del jugador de póker, sean cuales sean sus cualidades como jugador.


Que cada uno lo considere como quiera. Yo lo incluyo en este blog puesto que es bastante interesante, desde el punto de vista psicológico, la implicación del sistema atencional en el juego a través de un terminal informático.


La información que se nos ofrece en una mesa virtual de póker es cuantiosa y diferenciada, donde nuestros ojos vagan entre una figura normalmente ovalada con múltiples datos cambiantes y ciertos paneles que retroalimentan informativamente sobre diversos aspectos de la partida; en algunos servidores la publicidad se mantiene estática en cierta posición de la pantalla mientras que en otros salta en forma de “pop ups” rompiendo nuestro flujo de concentración, el chat puede distraernos de la partida, las barras de aumento-disminución de apuesta son bastante toscas, algunos programas demandan demasiada RAM a nuestro PC, etc.


A diferencia del póker presencial, donde la información es más controlable, en la versión online se prescinde de cierta información importante como puedan ser las reacciones de los oponentes ante determinadas jugadas, situación que deja desprovistos de ciertas estrategias a los jugadores presenciales por antonomasia.


El primer aspecto en el que quiero centrar este artículo es en la misma decisión de jugar. No es lo mismo decidir jugar por dinero real o gratuitamente. Si jugamos por simple entretenimiento, sin apostar dinero real, posiblemente enfoquemos nuestras estrategias con un aspecto más social (como puede ser Zynga en Face Book), para pasar un rato y entretenernos, sabiendo que si perdemos no repercutirá en nuestra bolsa económica. Evidentemente, desde esta perspectiva, seremos más arriesgados, iremos a más manos, utilizaremos el Chat más frecuentemente, etc… En este caso, decidir jugar es una simple cuestión de disposición de tiempo libre.


Sin embargo, en el caso del dinero real, puede que nos interese más tener claro que disponemos de un determinado tiempo para jugar, sobre todo en el caso de torneos (en los que puede haber miles de inscritos) o “Sit&Go”, que también pueden tener su dilatada duración. En el caso de apuesta directa, donde lo que apostamos no son fichas, sino dinero, se puede abandonar la partida en el momento que se desee, aunque también debemos contar que el flujo de nuestra caja es bastante cíclico, especialmente al principio.


Viendo estas diferentes situaciones, un primer razonamiento es que se debe disponer de tiempo suficiente para jugar una determinada partida, en caso contrario nos podemos ver abocados a ser invadidos por la temida ansiedad, que hace que nuestros juicios y decisiones dejen de ser racionales, obviando ciertos datos que son la clave para conocer lo que está pasando en la mesa. ¿Cuántas veces, deseando acabar la partida, no hemos hecho una apuesta ilógica o incluso un farol declarado?


Otro aspecto que puede influir a la hora de tomar la decisión de jugar es nuestra propia personalidad. Hay estudios que evidencian que un tipo de personalidad introvertido rendirá mejor (psicológicamente hablando) por la mañana que por la tarde. Y a la inversa, un carácter extrovertido tendrá su córtex cerebral más activo a últimas horas del día. Estos rasgos de personalidad también pueden determinar la estrategia de juego, puesto que las consecuencias de una jugada afectan por desigual a ambos tipos de sujetos. El introvertido se ve muy influenciado por lo que pueda suponer un castigo (ej: una gran pérdida), lo que le impulsa a ser ciertamente conservador, y el extrovertido da más importancia a la posibilidad de premio que a las consecuencias negativas, aportando más riesgo a su forma de jugar.


Entramos aquí en otro punto interesante en el jugador de póker online, que no es más que el miedo, el peligro percibido. Obviamente, me refiero al miedo a perder, sea dinero o una oportunidad que tenemos en la palma de la mano. Este mismo miedo es uno de los factores que hacen que este juego “enganche”, puesto que hay situaciones en que el cerebro moviliza grandes recursos defensivos como pueda ser la famosa adrenalina. También es una cuestión que depende en gran parte del tipo de personalidad del jugador, como he comentado anteriormente. La euforia e hiperactivación que causa la adrenalina unas veces es muy placentera y otras muy desagradable. Pongamos, por ejemplo, un “all in” en el que entramos con dos ases de mano y nuestro rival tiene J9. El primer síntoma de la inundación adrenalítica es la aceleración cardiaca y puede que temblor. Al ver las cartas del rival partimos con una alta probabilidad de éxito, traduciendo el estado de activación en una sensación agradable; En el “flop” se destapan 8 / Q / A, por lo que, posiblemente sin darnos cuenta, esbocemos una leve sonrisa (destinada a nadie, puesto que estamos ante la pantalla del ordenador), aunque también puede que no nos demos cuenta de que contenemos la respiración. En el “turn” se destapa un 5 (aumentando, aún más si cabe, la euforia), aprentando los puños a lo Rafa Nadal. Y en el “river”, por desgracia, cae el 10. Toda esta adrenalina que nos causaba un considerable placer se torna contra nosotros, necesitando contenernos para no destrozar la pantalla del ordenador. Unos prometemos no jugar nunca más al póker, otros nos quedamos sentados mirando a la pantalla con la mirada perdida, otros soltamos los tacos más originales por nuestra boca, y así infinidad de reacciones desagradables. Si nos ponemos en la piel del otro jugador, la reacción es la contraria, pasa de una desesperanza patente a una euforia evidente.


Volviendo otra vez a lo que es el miedo en sí, hablamos de un factor emocional que tiene mucho que ver con experiencias pasadas y sus consecuencias. La próxima vez que nos den AA de mano, puede que intentemos contener la euforia y tengamos miedo hasta el final o que obtengamos el 100% de probabilidad de ganar. Pero también podemos tener miedo a las situaciones desconocidas, lo que nos impulsará a ser cautelosos en nuestro juego, como un jugador impredictible o altas cantidades de dinero en juego.


Uno de los factores que pueden determinar el nivel de miedo (temor) es el factor económico; cuando jugamos por encima de nuestras posibilidades (económicamente hablando) controlaremos demasiado las fichas o el dinero disponible y actuaremos más en función de la caja. Esto conlleva el peligro la injerencia emocional y la distorsión que provoca en la percepción. Hay experimentos que demuestran que el signo emocional distorsiona la percepción del espacio, tiempo y velocidad. Así, por ejemplo, una persona influenciada por una emoción negativa percibe las distancias más cortas de lo que en realidad son, y cuando es de signo positivo se perciben más largas. Por lo tanto, debemos estar alerta ante la influencia emocional, puesto que el póker requiere un análisis lo más exacto posible de la situación, sin interferencias que equivoquen nuestros cálculos. ¿Cómo evadirse de un estado emocional? En el deporte existe una técnica que denomino “del interruptor” donde se implican 3 pasos, aunque previamente habremos elaborado un protocolo de refocalización, esto es, un listado de cuestiones técnicas y tácticas que suponen un tipo de juego dogmático, “de libro” (ej: calcular las odds, la situación del botón, las fichas de nuestros oponentes, etc..) y evitar jugar con el corazón o intuitivamente. Así, la refocalización sería: 1- Esencial darse cuenta de que jugamos emocionalmente. 2- Ejecutar la frase interruptor, que tendría la siguiente estructura: a) Llamada de atención (VA) b) Personalización (PEDRO) c) Acción (CÉNTRATE). 3- Recitar el protocolo de refocalización. De esta forma movemos el foco de atención desde un estado emocional interno hacia una fuente de datos externa más pertinente.


Esto nos da paso al tema de la atención (concentración, focalización, flow, …). Como ya he explicado en otros artículos, el sistema atencional se mueve entre cuatro posibilidades delimitadas por dos ejes: un primer eje que define la internalidad-externalidad del foco y un segundo eje que determina la amplitud o estrechez de tal foco. Todo depende de la fuente estimular a la que prestamos atención: si nos centramos en estímulos que provienen de nuestro propio cuerpo (sensaciones físicas como hambre, frío, dolor, …emociones, pensamientos, recuerdos) estamos hablando de un foco interno. Si la fuente estimular es externa (ruidos, cartas del flop, ventanas publicitarias, contrincantes, …) el foco es evidentemente externo. Si no estamos fijos en un solo estímulo, sino más bien un conjunto (las cinco cartas de la mesa, las manos anteriores, sensación de malestar, …) estamos manteniendo un foco amplio de atención. Si, por el contrario, nos centramos en un solo estímulo (qué apostará el rival, una sensación de miedo, la carta del “river”, …) pues mantenemos un foco estrecho de atención.


Esta explicación tan superficial nos sirve para introducir el concepto de “flow” o flujo, estado en el que las decisiones correctas surgen con rapidez, efectuando un mínimo esfuerzo en encontrarlas y ayudados por ciertos procesos que se ejecutan automáticamente, sin requerir demasiados recursos de nuestro sistema atencional. Pues bien, hay estudios que sugieren que, para entrar en estado de “flow”, se debe realizar un itinerario por los cuatro cuadrantes del sistema atencional. El proceso sería el siguiente:


1- Cuadrante externo / amplio: Observar la situación que hay en la mesa, obteniendo el máximo de información posible (cartas sobre la mesa, situación de las apuestas, conducta de los rivales, situación del botón, …)


2- Cuadrante interno / amplio: Con los datos obtenidos en el paso anterior, realizar un análisis incorporando lo que tenemos nosotros, es decir, analizar la mano que tenemos, las fichas de las que disponemos, las que necesitamos para ir, nuestra situación respecto del botón, …)


3- Cuadrante interno / estrecho: Con los resultados del análisis planificar una estrategia lógica, basándonos en la fuerza de nuestra mano, las experiencias anteriores, las conductas esperadas de los rivales, … Pasar, ir, subir o envidar pensando que tal estrategia deberá prever la continuación del juego en el “turn” y el “river”.


4- Cuadrante externo / estrecho: Centrar nuestra atención en ejecutar la estrategia planificada, aplicando las soluciones creadas en el punto anterior según el comportamiento de los demás jugadores.


5- Volver al paso 1 para comprobar el efecto de nuestra estrategia y reforzarla si ha ido bien o modificarla si ha ido mal.


Aunque al leerlo parezca un proceso complicado es más natural de lo que podamos pensar y, realmente, mucha gente lo emplea sin saberlo. Se realiza en cuestión de segundos y, cuanto más acostumbrados estemos a hacerlo, más eficaz será. Una de las cosas que persigue esta estrategia psicológica es evitar que nuestra mente se centre en factores no pertinentes, que no tienen nada que ver con el póker, como puedan ser emociones, enfados, miedos, …


Dado que esto es un artículo en un blog y no debería ser excesivamente extenso, se quedan muchas cosas por decir que, posiblemente serán escritas en otro momento.



PD: Normalmente escribo en tercera persona, pero aquí lo hago en primera cansado de que otros blogs y webs copien mis contenidos sin tan solo citar la fuente o enlazar con este blog.


1 comentario:

Roxana dijo...

Hola,me gustaria poder contactarlo y ver la posibilidad de realizar un intercambio de enlaces, mi web es de tematica de bonos de apuestas, si es posible puede contactarme al correo rox.gambling@hotmail.com.
Saludos y gracias por su tiempo.