Un tenista del Centro de Tecnificación
donde trabajo se presenta en mi consulta y, ante mi pregunta de qué
le pasa, me contesta, así, genéricamente y sin especificar: “Cuando
juego un partido y pierdo un punto disputado me pongo nervioso,
pierdo las formas y tiro el partido”. Me quedo mirándole en
silencio y con los ojos como platos esperando que me dé alguna
información más. Él igual, se queda mirándome a la espera de que
le dé una solución mágica.
Ante el silencio sepulcral entre ambos
le pregunto espontáneamente: “¿A ti te gusta el tenis?” Se
queda en fuera de juego y me replica: “¿Cómo que si me gusta el
tenis?” A lo que contesto: “Pues eso mismo, que si te gusta el
tenis”. “Pues claro, ¿Cómo no me va a gustar?”. Entonces yo
especifico: “A ver, ¿Te gusta el tenis o te gusta ganar más que
jugar a tenis?”. El chaval no entiende lo que le digo, empieza a
mirar a un costado y al otro intentando buscar respuesta a esta tonta
pregunta. Antes de que me responda le explico:” No es lo mismo
disfrutar de jugar a tenis que simplemente querer obtener victorias;
mientras que con lo primero disfrutamos de hacer las cosas, es decir,
disfrutar de jugar, con lo segundo queremos alcanzar un punto u
objetivo determinado y dejamos de tener en cuenta el proceso o camino
para obtenerlo. Si disfrutas de jugar al tenis y te centras en
hacerlo lo mejor posible, sin valorar lo cerca o lejos que tengas el
premio, sino que disfrutas de que un punto ganado no haya sido por
casualidad sino por tu buen juego, si encuentras un aprendizaje en
cada error que cometas, obtendrás el premio sin darte cuenta”.
Él, callado y visiblemente en
desacuerdo conmigo, alza lo ojos y me dice:” Todo eso es muy
bonito, pero cuando estoy en la pista me voy calentando hasta que
exploto y pierdo las formas”. “Claro, precisamente por esto te
digo lo que te digo; cuando pierdes un punto y ves que te alejas del
premio, cargas un programa emocional negativo que se acentúa con la
carga explosiva de la adrenalina que inunda tu sangre, provocando
reacciones defensivas agresivas; esto provoca una alteración de tu
activación y entras en un círculo que se retroalimenta y acentúa
los aspectos emocionales negativos y, por ende, la interpretación
catastrófica de la carga adrenalítica”. Él, con ojos de espanto,
me reseña que “no entiende nada”. “es fácil de entender: si
reaccionas mal ante la pérdida de un punto aumentas la probabilidad
de continuar haciéndolo mal”. Empieza a soplar y me dice:” Pero
es que no puedo evitarlo, es superior a mí”. “Pues porque lo
llevas haciendo siempre y no sabes hacer otra cosa”. Escépticamente
me responde un “puede”.
Tras intentar que se convenciera a sí
mismo de que esta dinámica debía cambiar y que en los partidos
debía adoptar una postura analítica, diseñamos el siguiente ritual
para superar el impulso incontrolable de la adrenalina y desviar la
atención hacia datos que nos den soluciones reales al partido.
1.- Juega el punto como tú sabes,
intentando realizar automáticamente las ejecuciones técnicas,
2.- Cuando el punto acabe, dirígete a
la marca de saque, mirando las cuerdas mientras juegas con ellas
(alineándolas en paralelo).
3.- Responde a esta secuencias de
preguntas:
a) ¿Cómo ha ido el punto?
a.1) He ganado: ¿Lo he ganado o lo
ha perdido él?
a.1.1) Si lo he ganado:¿Cómo lo
he hecho? ¿Puedo volver a repetirlo?
a.1.2) Si lo ha perdido él: ¿Le
he forzado a que lo perdiera? ¿Tiene un fallo del que me puedo aprovechar?
a.2) He perdido: ¿Lo he perdido yo
o me ha ganado él?
a.2.1) Lo he perdido yo: ¿A qué
se debe este fallo?¿Puedo corregirlo para que no vuelva a
suceder?
a.2.2) Me ha ganado él: ¿Tengo
recursos para evitar que me vuelva a jugar así? ¿Cómo puedo
cambiar la dinámica del juego?
b) Controlo la activación:
b.1) Si estoy demasiado poco
activado muevo las piernas (salto-canguro) y aprieto los dientes.
b.2) Si voy pasado de activación,
respiro profundo y aguanto un poco el aire.
c) Control del tempo del partido:
c.1) Si vamos ganando y las cosas
nos salen bien, acortamos el tiempo entre puntos, acelerando
nuestras acciones.
c.2) Si vamos perdiendo y nuestro
rival controla el partido, dilatamos el tiempo entre puntos.
4.- Auto-refuerzo / fin del ritual.
Auto-refuerzo es una frase o palabra motivadora (¡Vamos! ¡Va!
¡Venga!, …) que da por concluido el ritual.
Aunque toda esta secuencia de acciones
pueda parecer que llevará mucho tiempo llevarlas a cabo, con un buen
entrenamiento, estamos hablando de 10-15 segundos, en los que un
observador nos verá andando, con la cabeza baja mirando las cuerdas
de la raqueta mientras las tocamos, realizando unos saltos o una
respiración y acabando con un gesto de afirmación.
El tenista entendió perfectamente los
pasos del ritual, aunque dudó de su capacidad para llevarlo a cabo
sin someterse a la tiranía de la adrenalina. Evidentemente, si no se
entrena en cualquier ocasión que lo permita, nunca llegará a
adquirir el automatismo que precisa para que sea útil y reemplace
automáticamente la expresión emocional de frustración. Cuando se
encuentre en situación de partido, no debería pensar en absoluto en
ejecutar el ritual, sino que debería surgir automáticamente y sin
excepción en todos los puntos del partido, tanto si se gana como si
se pierde, de la misma manera si el partido es difícil o fácil.
Y para ello, el tenista debe poner de
su parte la voluntad y determinación para incorporar el ritual en su
juego y entrenamientos habituales. Al principio centrará su atención
en ello, le costará combinar concentración en el juego con la
ejecución del ritual, pero con el tiempo los recursos atencionales
volverán hacia el juego en sí, y el ritual lo realizará
automáticamente, como algo necesario, de manera que si no lo
realizara se sentiría como si le faltara algo.
Este ritual mencionado aquí es de lo
más sencillo, y con el tiempo, el mismo interesado lo irá
modificando en función de la información que más le interese.
Repito, si hay algo esencial para
cambiar un mal hábito (en este caso es una reacción inadecuada a la
frustración, pero bien podría ser dejar de fumar o de morderse las
uñas), es la voluntad del interesado; sin esa voluntad firme no se
consiguen grandes objetivos.
7 comentarios:
Buenas, soy entrenadora y aún jugadora de tenis. Llevo muchos años en esto y tengo que decirte que me ha gustado mucho tu artículo, porque tengo la misma filosofía (me enseñaron bien) y me servirá para trabajarlo con mis jugadores. Muchas gracias por compartir tus conocimientos. Me has enganchado. Un saludo
Gracias gel. Me alegro de que te guste.
¡Fantástico!, soy coach y aunque no trabajo con deportistas, la filosofía de este artículo es aplicable a muchos aspectos de la vida. Gracias
Patricia
Hola me gustaría me pudiera dar tips para poder apoyar a mi hijo que juega Basquetball ya que aunque tiene las habilidades para el deporte y práctica mucho a la hora que juega se limita y no tiene actitud, dice que le da temor el fallar y se frustra.
Hola Basquet, gracias por tu comentario.
Ya hablé de esta problemática en un artículo anterior, el miedo a perder (http://psicologiaeneldeporte.blogspot.com.es/2013/05/miedo-perder.html), de donde puedes encontrar información útil.
De todas formas, plantéale a tu hijo la siguiente situación:
Sobre el suelo de tu casa (o en cualquier sitio que tenga suelo de baldosas), dile que dos filas juntas de baldosas, se imagine que es una tabla de madera (de 1 metro aproximadamente de amplitud), bastante gruesa; pídele a ver si tiene algún problema para caminar sobre la imaginaria tabla de madera. Te dirá que no tiene ningún problema, que es fácil caminar sin salirse de las filas de baldosas.
Pues bien, ahora pregúntale si esa imaginaria tabla de madera se hallara a 50 metros de altura y sin red, si tendría problemas para caminar sobre ella. Lo más seguro es que te diga que no es lo mismo, puesto que a ras de suelo no puede pasar nada, pero a 50 metros se puede caer.
Tú vuelve a preguntarle si sabe caminar sobre la tabla o no. ¿A ras de suelo sí y a 50 m. no? ¿Qué cambia en ti para que esto suceda? ¿El miedo a "de repente" no saber caminar?
Pues esto es lo que pasa cuando alguien entrena bien y luego no juega bien en los partidos. Anticipa las posibles consecuencias desagradables del fallo, como caerse de 50 m. o no acertar una canasta. Pero en realidad lo sabe hacer; sabe caminar sobre la tabla de madera y sabe entrar las canastas. Si se cae de 50m. de altura se mata, pero: ¿Qué sucede si no entra una canasta? ¿Cuál es la consecuencia negativa? Revisad estas consecuencias y analizad si de verdad son tan catastróficas como tu hijo piensa que son.
Yo creo que no, y en cualquier caso debe aprender a enfrentarse a las frustraciones en cualquier ámbito de la vida. Si no lo intenta, nunca sabrá hasta dónde hubiera podido llegar.
Suerte.
Carlos García
Me parece que este tema refleja muy bien una situación común en el deporte y en la vida: muchas veces nos enfocamos tanto en el resultado que nos olvidamos de disfrutar el proceso. Es normal sentir frustración cuando las cosas no salen como esperamos, pero aprender a gestionar las emociones y mantener la calma es clave para mejorar el rendimiento. Además, me parece muy valiosa la estrategia que se propone, ya que ayuda al jugador a detenerse, reflexionar y buscar soluciones en lugar de dejarse llevar por la rabia o la desesperación. Al final, el verdadero crecimiento no solo está en ganar, sino en aprender de los errores y disfrutar el camino.
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